Su obra más conocida y fundamental es "El ser y el tiempo", publicada en febrero de 1927. Cabe señalar que esta obra quedó inconclusa, pues sólo llegó a salir la primera parte ya que los resultados obtenidos en ella (dedicada al análisis del ser ahí o del hombre) impedían tratar la segunda que retomaría el problema del ser en general, verdadero meollo y punto de partida de la filosofía de Heidegger.
En Heiddeger se advierte una influencia de su maestro Edmund Husserl, a quien, por cierto dedica "El ser y el tiempo" como señal de veneración y amistad, y de quien toma el método fenomenológico para sus análisis filosóficos Originalmente, dicho método postulado por Hussel se expresa en el principio de volver a ver las cosas mismas, a su esencia, frente a todo tipo de cuestiones solo aparentes y nada rigurosas. A esta forma de pensar, Heidegger incorpora el elemento de una hermenéutica o interpretación que permita justamente interpretar las condiciones de posibilidad de los fenómenos.
Pensar -dice Heidegger- es limitarse a un pensamiento único que, un día, permanecerá como una estrella en el cielo del mundo.
Acerca de su filosofía
Heidegger no acepta una concepción que subordine a ésta a las ciencias particulares, como en cierto modo lo había instituido la vuelta al kantismo a mediados del siglo XIX.
Para Heidegger la tarea fundamental de la filosofía consiste en aclarar, en dilucidar el sentido del ser y esto lo lleva a plantear una pregunta fundamental: ¿en qué ente hay que escudriñar el sentido del ser? Heidegger encuentra que la vía de acceso al ser es nada menos lo que llama dasein, es decir el ser concreto, el hombre mismo.
El dasein (que en alemán significa "el ser ahí") es la existencia, la realidad humana, el estar siendo, el cual es más importante sobre los demás entes o seres porque en el curso de su comprensión se abre, se revela la realidad del Ser (ser general, no ser como ser siendo). De este modo, el hombre se convierte en el fundamento de la ontología (ciencia del ser). El hombre o dasein no es el ser, sino el medio a través del cual se da o se abre el ser; así, el hombre es "custodio" y "pastor del ser".
Para Heidegger la fenomenología es el procedimiento o método para descubrir al ser de los entes. Esta es lo que se llama una "hermenéutica" que trata de interpretar las condiciones de posibilidad de los fenómenos, el porqué de los fenómenos, entrando así al terreno de la metafísica.
La naturaleza propia del dasein consiste en su existencia y no lo aprehendido o conocido mediante categorías o conceptos, sino por medio de existenciarios (expresiones que indican la situación del hombre tales como: "estar en el mundo", "arrojado a la existencia", "estar con los otros").
Existencia auténtica e inauténtica
La existencia inauténtica consiste en un entretenerse con las cosas, un entregarse a la trivialidad de las relaciones sociales o de los placeres estéticos, un olvidar la profunda tragedia de la existencia. La auténtica, en cambio, es un abrasarse con la angustia, un vivir consciente de la fragilidad del existir, una presencia constante del destino último de la existencia: la nada, a través de la muerte.
Cabe precisar que la existencia inauténtica, en cuanto caída del dasein, es uno de sus aspectos ontológicos y no implica una degradación moral.
En cuanto a la estructura de la existencia auténtica resultan muy importantes los conceptos (vivencias) de la nada y de la angustia.
El hombre cuenta con una experiencia privilegiada que es la angustia, gracias a la cual captamos que la nada tiene un sentido y que en alguna forma está presente. La angustia no es un miedo ante algo concreto o un miedo patológico. Es una vivencia que nos permite percatarnos de la nada, de la muerte como parte sustantiva de nuestro ser.
En cierto modo, la actualidad de la existencia es una especie de realización del porvenir, del "futuro sido" como dice Heidegger.
Ser para la muerte
Se revela la conciencia de la muerte, por una anticipación de la muerte que no significa, propiamente, una precipitación de la hora de la muerte ni una especulación sobre el momento y la forma de su llegada, sino que la anticipación de la muerte, permite al ser ahí aprehender la muerte por lo que es decir, en cuanto a posibilidad. La muerte no es, sin embargo, una posibilidad entre otras, sino que es la posibilidad extrema del ser ahí. En esta posibilidad extrema e inevitable el ser ahí existe en forma auténtica.
La muerte es, en fin, la posibilidad invencible, la anticipación de la muerte hace del ser ahí un todo, puesto que todas las otras posibilidades existenciales parecen subordinarse a ese poder ser primordial.
La muerte es la posibilidad más personal que hay del hombre, pues es radicalmente inconmutable. Para Heidegger la interpretación existencial de la muerte devuelve al hombre su valor auténtico y lo lleva a la resolución resignada de morir, que es una verdadera libertad para morir.
Esta, en fin, es la más extrema posibilidad. La posibilidad de esta, revela la posible imposibilidad de existir, la posible imposibilidad de toda existencia humana.
La importancia que tiene Heidegger para el futuro o por venir es, como se mencionó anteriormente, cualquier posibilidad de cambio en las personas.